El Pan, símbolo de la Revolución Francesa.

 La mirada del Rey no llegaba a París, y desde Versailles continuaba imponiendo el pago de tasas e impuestos. Para ingresar las bolsas de trigo del campo a la ciudad, los carruajes debían atravesar varios pueblos y en cada puente había una suerte de aduana a la que no sólo había que pagarle una especie de tributo, sino dejarle además un porcentaje del producto. Burgueses y representantes del pueblo se unen para poner fin a los excesos del Rey. Crean la Primera Asamblea del Pueblo, desconocida por Louis XVI. El aire comienza a cambiar: se siente el aire de la Revolución. Los panaderos, debido a la falta de trigo, debieron modificar la receta y el pan blanco y puro (que sí se mantuvo en la corte) pasó a confeccionarse con avena, arcilla y restos de la molienda, lo que le daba como resultado un pan oscuro, duro y con menor valor nutritivo. Los días previos a la Revolución, el pueblo hambriento se subleva y saquea las panaderías. La noche anterior al 14 de julio, incendia los puestos aduaneros para dejar que llegue la materia prima de su alimento base. El pan, alimento esencial de la humanidad, será una de las causas de la Revolución Francesa.

 

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